INTERIOR DE LA OBRA EN BLANCO Y NEGRO

Nuestra protagonista, oceanógrafa de profesión, se embarca por primera vez llena de dudas. Se siente cansada de una tierra firme que no termina de resolver sus cuestiones más vitales.

Mientras cruza el Atlántico, varias veces, se detiene a ver lo poco de normal que se presenta en las cosas cotidianas. Se inunda de salitre, viento, mares agitados, la percepción del tiempo, especies inimaginables, el aislamiento y la intensidad de las relaciones personales en un espacio tan reducido. Experiencias que le harán madurar con cada golpe de mar.

“En la muerte también se vive”; “si una situación no me harta, no me llena del todo”; “¿en qué momento había llegado hasta aquí?”; “¿qué había hecho mal para preferir estar tan lejos de todo?”. Comprende que para llenarse, debe vaciarse primero.

El día a día en alta mar trae a la superficie respuestas a esa pregunta que se ha hecho toda la vida; ¿somos normales? Quizá nadie lo sea.