Pedro Guerra Cima nació en León en 1949. Es autor de dos novelas: una de ellas"Historia de un desconcierto", fue finalista del Premio de Novela del Ayuntamiento de Puerto Real (Cádiz), un libro de relatos y nueve poemarios, dos de ellos de haikus, publicados alguno de ellos por esta editorial; obra que ha permanecido inédita hasta ahora.
Cursó estudios de violín en el Conservatorio de su ciudad natal, llegando a formar parte de la Orquesta de Cámara de dicha ciudad durante dos años. Posteriormente, interrumpió el Peritaje Mercantil para diplomarse en la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid.
En estos poemas, el autor se acerca a aquello que le causa asombro: se interroga sobre el paso del tiempo, la nostalgia, la belleza del mundo, la infancia perdida, la fugacidad con la que ha transcurrido la vida... Y se pregunta cómo salvar de la nada lo vivido, cómo salvar la luz de aquellos años. Un poemario escrito con la memoria y el corazón, con la ambición de luchar contra el olvido.
«Javier intentaba ordenar sus ideas. Descifrar el nuevo significado con el que se presentaban los hechos. Pero ¿cuándo había tratado de reflexionar sobre lo que le rodeaba?».
Un joven de diecinueve años regresa de París a Madrid en el invierno de 1968. Durante el viaje rememora su infancia y adolescencia hasta ingresar interno en la residencia de una escuela de formación profesional, donde pasará tres años. La narración va alternando los dos planos temporales. Al finalizar los estudios emprende un viaje a París, coincidiendo con los meses posteriores al Mayo francés, y le es imposible encontrar un empleo, por lo que decide regresar a España.
La infancia de los años cincuenta y la adolescencia en los primeros sesenta, el final de una época, la llegada a la madurez...
El vuelo de los vencejos es la historia de un desconcierto, el despertar de una conciencia política, el relato de un viaje interior.
En un pequeño pueblo del sur junto al mar, un lugar en el que el tiempo parece haberse detenido, viven, o sobreviven, tres personajes: Rei, profesor de Lengua y Literatura y escritor frustrado; Juan, cuyos pasos le han llevado a una vida marginal en la que rellena y vende quinielas por calles y tabernas, y Silvia, socióloga que se ha entregado al sexo y al olvido del pasado. Tres seres que no han encontrado su papel y lugar en el mundo. La narración transcurre en un día de feria, con frecuentes flashbacks, y en ella, el mar es una presencia hostil a la vez que liberadora, y hacia la que se dirige, como un río, el final del relato.
Si Pedro Guerra en su primera novela, «El vuelo de los vencejos», ponía el punto focal en la pérdida de la infancia y en la llegada a la madurez, con la toma de conciencia de una realidad insatisfactoria, en «Las efigies miran al mar», narra el fracaso existencial de tres personajes cuyas biografías transcurren durante los años de la dictadura franquista y la democracia.
Felite late quedamente, ajeno a todo aquello que sucede más allá de un mar que parece inacabable y de unos campos de vides que protegen y rodean las casas desiguales que se retuercen y abalanzan hasta tropezar con el Barrio Bajo, formado por dos principales avenidas que corren paralelas hacia la playa: una flanqueada por palmeras, y la otra por árboles desnudos y abatidos por los fuertes vientos de poniente. A uno y a otro lado de cada una de ellas, se alzan los únicos edificios modernos que existen en el pueblo.