Nací el 7 de noviembre de 1995 en la isla de Lanzarote. Desde pequeña fui amante de la lectura y la escritura, y deseaba siempre vivir aventuras que descubrí , en primer lugar, de la mano de mis padres en nuestros viajes de verano por Europa. Con diez años sobrevolé el Atlántico para vivir y crecer bajo el cielo de Madrid, en busca de nuevas aventuras.

He desarrollado mi pasión por la escritura de diversas formas, destacando mi colaboración como redactora en la revista cinematográfica «Noche de cine», así como la publicación de varios microrrelatos, poemas y haikus en las antologías de Diversidad Literaria.

Mi profesión me ha llevado al mundo del marketing, la comunicación y gestión de eventos, desarrollándolo en el sector de la belleza en la cosmética.

Ahora me encuentro un poquito más cerca de cumplir mi sueño de ser escritora con la publicación de esta antología

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Alicia Martínez Herrera (Beas de Segura, 1992) empieza a componer poemas de forma frecuente a los 13 años, dedicándose también a la prosa y al artículo de opinión. A los 16 años le publican un artículo de opinión titulado «Los humanos: el virus del planeta Tierra» en Mi Periódico del Grupo Edebé (nº 54 – marzo 2009). Ese mismo año, 2009, gana el premio de la mención local especial en categoría de adultos del VII Certamen Literario Carmen de Michelena, por su relato corto «Un cuerpo perfecto», pero no será hasta 2015 que crea su propio blog, «Tras el conejo blanco», publicando especialmente poesía, pero también relato corto y reflexiones sobre Arte.

A partir de entonces empieza su época más fructífera, especialmente como poeta y cantautora, participando en numerosos encuentros y certámenes poéticos y literarios, así como en presentaciones de libros y otros tipos de eventos culturales.

En 2018 forma parte del proyecto Oliverso, que aúna poesía y aceite de oliva, con su poema «El Árbol Milenario», publicado en un libreto con ilustraciones de Francisco Arévalo Badía y otros poemas, en latas de aceite de Olivar de Castro, y, más adelante, en 2021, en el número 4 de la revista digital Seshat.

También tiene poemas publicados en la X y XI Antología Poética Sierra Morena Poesía (Editorial Celya), y cuatro relatos cortos en el número 8 de la Revista Penélope (2020), a lo que se suman otras publicaciones más relacionadas con la investigación, como «De lo escrito a lo visual: la poesía en dos lenguajes» (Afluir, II, 2020).

Desde junio de 2020 y hasta junio de 2022 ha dirigido, editado y presentado el programa radiofónico Ateneo Jaenero, centrado en las artes y la cultura de la provincia de Jaén, y particularmente en la literatura y la poesía.

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Nací en Madrid en mayo 1976 y en Madrid resido. Me licencié en Bellas Artes en 1999 (UCM) y no he dejado de pintar desde entonces. He trabajado como diseñadora, ilustradora y profesora. Mis pinturas han sido expuestas en numerosas ocasiones tanto individual como colectivamente en Madrid y en dos ocasiones en Edimburgo, a donde me trasladé a vivir cerca de dos años gracias a una beca artística. La técnica de la acuarela es mi especialidad, reto y pasión, y compagino esta actividad con la de profesora de pintura para adultos en una fundación de Leganés (Madrid), y como monitora colaboradora de talleres de lectura e inglés para niños de primaria.

Aficionada a la lectura y a escribir desde niña, sobre todo poemas y cartas, aunque en los últimos años también he tanteado el mundo del microrrelato, tomando cada vez más interés por este tipo de composición literaria. A nivel profesional, he colaborado durante ocho años en el departamento de edición de una pequeña empresa madrileña, ayudando en la redacción y corrección de contenidos. En el invierno del 2020, y sobre todo a raíz del confinamiento al que nos llevó la pandemia, me decidí a “sacar del armario” mi obra poética y narrativa, comenzando a participar en certámenes literarios diversos. He resultado ganadora en el I Certamen de Creación de Salmos Santa Hildegarda, León, 2020; seleccionada en varios concursos de poesía y microrrelato organizados por la Ed. Diversidad Literaria (2022): “Haikus”,“Microatardeceres”, “Pongamos que hablamos de Madrid”, “Luz de Luna VII” y “Poetas nocturnos”; y finalista en el XII Certamen Picapedreros de Poesía, Guión y Microrrelato. Zaragoza, 2022. Todas estas obras seleccionadas han sido publicadas en revistas o antologías, y algunas también en las páginas Webs o Blogs de las entidades convocantes.

Aunque me ha costado cierto tiempo y empeño encariñarme con la ciudad en la que nací y donde he vivido la mayor parte de mi vida, lo cierto es que con los años he aprendido a quererla, he conseguido aceptar sin resentimiento sus dimensiones, y, sobre todo, he agradecido los beneficios de su clima seco. 

El milagro quizás se vio favorecido por una circunstancia que me contrarió profundamente en su momento: la necesidad de permanecer durante algunos años casi todas mis vacaciones dentro de sus límites. Me las tuve que ingeniar para dominar la pereza y convertirme en peregrina y decidida turista de mi propia Comunidad. “Vencer o morir” fue mi máxima, sin ser yo romántica…

“Madrid, tan cerca y tan lejos” es un conjunto de relatos breves inspirados en episodios recientes y pasados, vividos y no olvidados en este conglomerado inabarcable que es la Comunidad de Madrid. Ningún sitio que describo destaca por lo llamativo o extraordinario, sino más bien todo contario: el argumento brota de lo cotidiano; se desarrolla sencilla y verídicamente, sin tratar de abarcar un terreno (en todos los sentidos) diferente al pisado; y concluye en un bucle ascendente de aceptación, asombro, esperanza y acción de gracias, por este orden. 

Se ha escrito mucho sobre Madrid, ya que Madrid inspira mucho, pero siempre surgirán nuevos y originales relatos adaptados a los nuevos y agitados tiempos. Me conformaría con que los míos sirvan como homenaje a la tierra que me vio nacer y crecer, y que ahora me ofrece sus rincones como escenarios inspiradores de historias, como musas que me animan a rescatar pensamientos, a fijar recuerdos y, de manera especial, a jugar con las palabras: una de mis principales aficiones. Si además entretienen a unos pocos, me consideraría una “nóvel” muy afortunada. 

Hortensia Sánchez-Bretaño Soler, madrileña de nacimiento, asturiana de adopción y muy vinculada al mediterráneo. Madre de Hortensia y Julia. El mundo literario ha sido todo  un descubrimiento para mí. Y aun pillándome por sorpresa, es una de mis más agradables experiencias.

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Lo primero que debéis saber es que odio escribir sobre mí. Esto parece contradictorio, pues los juntaletras sabemos que, de forma confesa o inconfesa, estamos siempre escribiendo sobre nosotros mismos. Algo como los versos de Fernando Pessoa: El poeta es un fingidor./ Finge tan completamente/ que hasta finge que es dolor/ el dolor que en verdad siente/. 

Sin embargo, la editorial me recomendó aprovechar este espacio para comentar cómo entré en la literatura, cuáles son mis logros y todas esas informaciones ampulosas que quedan bien en LinkedIn.

Veréis, mis logros no son tan impresionantes. 

Desde niña quise escribir. También quería ser arqueóloga, viajar y hablar todos los idiomas del mundo. Admiraba profundamente a mi madre, autora de cuentos que casi nadie leyó, y a mi abuelo materno, que fue un artista completo y desconocido: tenor en un coro, poeta, actor teatral... y prefirió casarse con mi abuela, que recelaba del “artisteo”, antes que probar suerte en Madrid, donde viajaban los provincianos a la caza del cazatalentos.  

Gané dos premios escolares. En el primero de ellos me premiaron con dos bolígrafos de colores (rosa y celeste) y un cuento “El dragón de Jano”, de Irina Korschunow. En el segundo se me concedieron el honor y la vergüenza de leer un poema ante toda la comunidad escolar. Muchos años más tarde conseguí que me publicaran algunos artículos en el periódico local y relatos cortos y poesías en revistas literarias casi desconocidas. En cierta ocasión, gracias a Internet, supe de un pequeño concurso de relatos que finalmente gané. Con el premio me pude permitir un fin de semana en Alicante, un lujo allá por la época en la que mis únicos ingresos provenían de eso que tan a menudo hacemos los estudiantes de Magisterio: impartir clases particulares “en negro” por 10 euros la hora. También se incluyó un relato mío en una antología derivada de un concurso en el que quedé bien, pero no lo suficiente como para ser ganadora o finalista. 

Años más tarde, coescribí un libro educativo. El coautor estaba comprometido con la editorial, pero no le daba tiempo a acabar su proyecto en el plazo establecido. Me ofreció lo más justo: el cincuenta por ciento de la autoría, de la labor y de las ganancias. Así nació “Diez criterios para orientar a los hijos al éxito”, publicado por CCS ediciones, un proyecto bonito aunque el título nunca me gustó, ya que el éxito es lo que ayuda a cada persona a ser feliz. Eso sí, con lo que obtuve por las ventas pude firmar ejemplares en la feria del libro de Madrid (aunque el Rubius se llevó toda la atención) y pagarme una cena romántica con mi marido. Y quiero confiar en que esta obra haya podido resultar útil a alguien, a pesar de que si tuviera que reescribirla, ahora adoptaría otra perspectiva.

También escribía un blog. Por allí anda, en el infierno de los blogs, como casi todos sus semejantes tras la aparición de las RRSS. Lo sorprendente es que este blog me llevó a aparecer unos segundos en un programa de televisión y hasta ser objeto de una breve entrevista radiofónica.

Odio escribir sobre mí, como os decía, y mis letras no salvarán al mundo; pero, al fin y al cabo, no recuerdo una época en la que no supiera leer ni en la que no intentara escribir. 

Por lo demás, ya presentándome, me llamo Silvia, soy una almeriense residente en Asturias, madre de una avilesina adorable de tres años, despistada hasta el hartazgo (ajeno) y con la capacidad de girar al revés la cucharilla del café, aunque no exista una orientación correcta formalmente establecida para ello. De hecho, es muy mío desafiar normas que ignoro; siempre desde la buena fe. 

Espero aportar algo, aunque solo sea un poco de distracción. Feliz lectura. 

Dicen que lo importante no es el destino, sino el camino. Recordando una estrofa de la “Ítaca” de Constantino Kavafis: 

Ten siempre a Ítaca en tu mente.

 Llegar allí es tu destino.

 Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años

y atracar, viejo ya, en la isla

enriquecido de cuanto ganaste en el camino

sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Así, mi aportación no va de destinos, sino de caminos. Trayectos en los que atravesé España con un hippie  enamorado, dos vascos legendarios, una cantante tímida, un policía pinchadiscos, un periodista trotamundos, una budista occidental, una modelo fotográfica, una   doctora   en   apuros,   unos   becarios   exiliados,  
una   diva   nocturna,   una   maestra emigrante, un conductor al que jamás le hubieran importado mis ronquidos y un Guardia Real. 

Personas muy diversas que, pese a lo poco que coincidimos, me dejaron una huella que os invito a descubrir. 

Soy Ángel Larraz Juan, nací en Jaca, el 30 de junio de 1979. En mi infancia, me gustaba hacer deporte y también leer, por lo que empecé a hacer mis pinitos con la escritura, para satisfacción propia. A veces, leía lo que escribía a mi círculo cercano, otras no. Con dieciocho años recién cumplidos, pensé que sería buena idea recopilar las memorias de mi abuelo, que se publicarían en un libro veintiún años después. A partir de entonces, me entró fuerte el gusanillo de escribir y, en mi tiempo libre de estudiante, me dedicaba a esta labor. Hacía de todo: poemas, novela corta, relatos… y sobre temática variada: erótica, ciencia ficción, histórica… En ese tiempo, publiqué algún artículo en revistas humildes: comarcales, de barrio, de casas de la juventud… 

Luego, debido a circunstancias de la vida, dejé de estudiar y de escribir. Pasados los años, volvería a las andadas, haciendo dos cursos de escritura creativa. He participado, en los últimos tiempos, en varios concursos literarios, y publicado en una antología de un librillo local y en varias de la Editorial Diversidad Literaria, además de quedar finalista en el concurso Versos en el Aire XII.

Disfruto escribiendo, porque vivo otras vidas y viajo en el espacio y tiempo.

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Beatriz Chamizo nace en Madrid en 1975. Apasionada de la lectura, desde muy temprana edad, devora todos los cuentos y libros que caen en sus manos.

Gran observadora, comienza también a escribir sus propios relatos como forma de plasmar el mundo que le rodea a través de sus ojos.

Maestra de formación, considera imprescindible el fomento e impulso del arte literario en los más pequeños como medio para enriquecer la cultura en una sociedad.

Actualmente ejerce como profesora en Madrid.

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Virginia Faría Puentes, nacida en Venezuela en 1975, erradicada en España desde el 2003.

Soy diseñadora gráfica en vía de extinción, de esas a las que les gustan los libros en papel y su olorcito a tinta. Pero como a todo cerdo le llega su sábado, a mí me llegó la hora de reinventarme, y ando en ello.

Lo de escribir no es profesión, es vida.  Es testimonio vital, lo disfruto y me encanta.  Me gustan los textos desenfadados y sencillos y, así, trato de escribir; me gustan las palabrotas y algunas me las invento.

Además de un sinfin de diarios y blogs perdidos por alguna parte, donde he escrito cosas, he escrito dos libros: Crónicas de una Mantis no religiosa y  Sí, es otra historia de Zombis.

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Mi nombre es Antonio PEÑALVER EUGENIO, tengo actualmente 64 años de edad. He trabajado desde los 16 años en tareas administrativas hasta los 56 años en que me prejubilé y, aunque siempre he escrito, nunca he publicado nada en papel.

Desde que era niño, pasaba muchos ratos en un pequeño taller de zapatero remendón donde mi padre ejercía su oficio. Yo acudía desde que tengo uso de razón y escuchaba con mucha atención a los típicos tertulianos, personas mayores jubiladas (como puedo ser yo ahora) que además versaban, como ellos decían, algunas coplillas que les fueron transmitiendo de boca en boca sus antepasados.

Pues bien, a mis 56 años de edad me puse a trabajar en el viejo taller que llevaba varios años cerrado desde la jubilación de mi padre, y ello me evocó unos recuerdos que me impulsaron a escribir en honor a aquellas personas, lo que he dado en denominar con mucho cariño y, sobre todo, respeto las «coplillas de zapatero».

La temática es muy variadas: unas evocan tiempos o personajes que he conocido o me han contado, otras son reivindicativas, otras son de agradecimiento, otras de reflexión, otras de admiración, etc.

Ahora, la editorial DIVERSIDAD LITERARIA me ha dado la oportunidad de compartir en un libro, junto con otras personas, esta nueva actividad mía de «versaor», que comparto con mi oficio actual de zapatero remendón en el mismo pequeño taller donde cuando era niño, mientras aprendía el oficio de zapatero mirando a mi padre trabajar y escuchaba versar a los tertulianos.

Y de estas dos viejas nuevas actividades no pienso jubilarme; o sea, que las seguiré realizando mientras el cuerpo aguante.

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