Saben que soy de San Esteban todos cuantos han leído cualquiera de mis libros anteriores.
Saben también que prometí no nacer en otro sitio. Así pues, como todo buen serrano, permanezco fiel a mi pasado, siendo serrano, leonés y castellano.
No bajaré de este burro. Y lo mismo que la vida va desde que se nace hasta el día que se muere.
En el tiempo en que esto ocurra, yo seré de San Esteban.
Cuando en una sociedad hay dioses, hay también pequeños diablos. Los segundos son la necesidad de los primeros. Los primeros son la desgracia de los segundos.
La Madame, Bárbara de Blomberg, burguesa de clase media, fue una de esas diablesas que cayó bajo el carro del dios Imperator y en consecuencia perdió cuanto pertenecía a su clase: padres, hijos y nietos.
Describe esta obra cómo los poderosos son lobos para sus vasallos y por qué debemos ser ciudadanos. No conformarse con menos y gritar siempre muy alto: libertad, igualdad, fraternidad.
Porque, sin esto, la historia tendrá siempre pobres diablos, a más de diablos pobres.