Una joven y extravagante Her
de Anta, cuyo pensamiento errabundo ya apuntaba maneras, escribía compulsivamente en el minuto de arranque de la mítica década de los ochenta, desde las calles y fechas en que nace “La Movida”, hecho del que nadie era todavía consciente por entonces. Emborronaba papeles y más papeles con dibujos, relatos, poemas, canciones, cómics, guiones y proyectos... De su loco paseo por el lado salvaje, tampoco ella salió indemne. Hoy, esta superviviente retoma las riendas de su sempiterna vocación, dispuesta a rescatar en la empresa, al mismo tiempo, el contenido que había mantenido sepultado durante tantos años en cajones y carpetas polvorientos.
Con esta página, estoy llegando al final de mi viaje.
Se apagan las sombras porque la luz se apaga.
Y ahora lo veo todo claro, porque no hay sombras.
Todo está igualmente iluminado por una misma ausencia de luz.
El tú, el nosotros y el ello, la cosa y el hombre,
la ausencia y la existencia, la paz y la guerra,
el día y la noche, la luz y la vida.