Mercedes, si su profesión no la hace hacer la maleta, y de vuelta a los orígenes, reside en su pueblo natal. Es profesora de secundaria, cursó sus estudios en la Universidad de Sevilla.
Viajera nata, ha residido en Sevilla, Granada, París, Saintes y Leeds, en esta última localidad durante diez años, haciendo de todo un poco, desde preparar sándwiches pasando por recepción, administración y las aulas del Cervantes Manchester-Leeds, hasta impartir clases en Leeds Metropolitan y también en Leeds University.
Es una enamorada de la literatura, del cine y del teatro, y en cualquier forma de arte. Lectora ávida, escribe desde la adolescencia, buscando entenderse y entender el mundo que la rodea, ese más cercano y ese otro más lejano. Durante el confinamiento del 20, decidió aparcar las oposiciones que se estaba preparando y enfrascarse, si bien no en su primera novela, sí a la que quiso darle forma y luz, convirtiéndose así en su opera prima, La sartén por el mango.
Tiene claro, parafraseando a Bernard Shaw, que todo llega tarde o temprano si hay tiempo para ello. Por eso sigue escribiendo y dejando que las historias que pululan por su cabeza tomen forma y vida en el papel.
Inés podía haber sido una hija de farmacéutico de pueblo como otra cualquiera y haberse moldeado a imagen y semejanza de su madre.
Sin embargo, no se dejará llevar por la inercia de su tiempo y, sin cuestionarse de dónde le nace esa pulsión, peleará como gata panza arriba para que nadie maneje los hilos que la atan a una vida acomodada.
Cuenta con dos escuderos, Enriqueta y Ricardo el Cojo, que, fieles a la hija que a la primera le negaron, la apoyarán sin condiciones. Todo transcurre en un entorno rural y de posguerra, donde las mujeres eran relegadas a sus labores. Genoveva, de familia más humilde que Inés, tampoco acepta todo ello como determinante en su vida. Sus caminos se cruzarán, conjugando dos realidades que se desarrollarán en paralelo.
Mercedes C. Franco logra dibujar con su prosa el ambiente asfixiante de un pueblo andaluz de posguerra y colorearlo certeramente con personajes moldeados por los pequeños detalles.