Andrés Guilló Javaloyes nació en Elche, el día 20 del mismo mes y año en que murió Marilyn.
Aquel niño que entonces se encandilaba con Lana Turner, Rita Hayworth, Vivien Leigh o Sara Montiel es ahora un adulto que disfruta fabulando con historias que ha tenido la fortuna de ver publicadas.
Comenzó con microrrelatos recogidos en volúmenes de la editorial Diversidad Literaria y, en 2017, se editaron quince relatos en la obra compartida con la autora Teresa Sepulcre, titulada Plumas en la almohada (Ediciones Ende). En 2018 se lanzó a la publicación en solitario con el volumen Cada tarde a las cinco de la Colección “Frutos secos” (Ed. Frutos del
tiempo).
Tan amante del melodrama y el vodevil como de un buen “monstruo literario clásico”, también suele colaborar con sus relatos en obras colectivas de corte fantástico.
Esta ficción se inspira en un hecho real, un suceso dramático que aconteció en España a finales de los años sesenta y que conmocionó a la sociedad de la época. En el número 78 de la calle Cuenca, en Valencia, se encuentran los cuerpos sin vida de dos personas. No son seres anónimos, ella es una afamada vedete y él su joven amante. ¿Qué pudo ocurrir? ¿Quién pudo cometer aquella atrocidad?
Esmeralda sin brillo no es una crónica fidedigna de lo que sucedió, es más bien una crónica novelada de una época y de un contexto de la historia de España. Estamos ante una novela de época que nos muestra un mundo que desapareció, pero que estuvo muy presente en un tiempo donde lo prohibido atrajo a muchas personas.
Esta novela consigue mantener la tensión y, además, retratar un periodo histórico ya demasiado lejano para muchos, pero que nos permite comprender el tiempo presente.