Nací en Marsella (Francia) en 1954. Viví en diversos países, Francia, Italia, Brasil, Zaire. Estudié primaria en colegios fuera de España, bachillerato y COU en el colegio Nuestra Señora del Pilar de Madrid. Aprendí música en el Real Conservatorio de Música de Madrid, pertenecí a varios grupos musicales de folk y pop rock, el más destacable fue Los Lobos («Vientos del pueblo»). Toco el bajo y compongo canciones, música y letra. Estudié Fotografía general y publicitaria, diplomatura (dos años) de cinematografía e Imagen y sonido equivalente a técnico superior de Imagen y Sonido. Soy socio numerario de la SGAE desde 1978. Pertenezco a la Academia de Televisión. Trabajé veintisiete años en TVE.
Soy autor de las novelas «El Bosque de Euxido» y «Esclavo Siglo XXI», publicadas por Ediciones Atlantis. «El Bosque de Euxido» lo reeditó hace un par de años la Editorial Tierra Trivium. Tuvo una crítica muy buena por parte de la escritora ya consagrada Zoe Valdés. Otra novela más de aventuras es «Diario de alto secreto, bajo secreto». No he pensado vivir de la literatura en un mundo en el que se lee poco, pero no pienso rendirme, porque me gusta contar historias.
He publicado en Kindle de Amazon otra novela llamada «La Esfera Oscura» sobre quiromancia, que es más de aventuras.
Publico en la revista electrónica lapaseata.net de mi buen amigo Manuel Artero Rueda.
Me he propuesto seguir escribiendo novela. Me hubiese gustado que mi hermana y mi padre me hubiesen visto publicando novelas, estarían orgullosos. Mi madre, desafortunadamente, no pudo tenerlo muy en cuenta por su demencia final.
Este es básicamente mi recorrido vital. No le temo a la muerte, porque sin ella la vida no tendría sentido.
La novela «Un lugar sin tiempo» trata de la vida y la muerte. El círculo eterno del renacer del pensamiento humano en cada individuo, el principio de incertidumbre sobre la existencia y la inocencia de los humanos frente a la inmensidad del universo, los misterios de la vida, la muerte y la esencia y justificación de su propia vida. Reduciéndolo a la ingenuidad con la que sobrevivimos.