Catalina de Ribera se casa con su cuñado, Pedro Enríquez, y tienen dos hijos, pero no se conforma con una vida ociosa y lujosa. Se dedica a ayudar a las mujeres pobres y desamparadas, creando un hospital de caridad donde puedan dar a luz con seguridad e higiene. También construye la Casa Pilatos, un palacio renacentista que se convierte en el origen de la Semana Santa sevillana. Además, compra y reforma el Palacio de Dueñas, otro símbolo de la nobleza andaluza. Su amistad con la reina Isabel le permite compartir confidencias y consejos sobre el papel de las mujeres en la corte y en el reino. La reina le confiesa su frustración por no tener hijos varones sanos, mientras que Catalina le demuestra que las mujeres también pueden ser fuertes y valiosas.